Diferencia entre revisiones de «Sesgos favorecedores del yo»

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== Referencias encontradas en la bibliografía ==
 
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* Respecto a los sesgos favorecedores del yo desde el punto de vista de las atribuciones, Nouvilas Pallejà expone: «La influencia de la motivación en los procesos de atribución es llamativa cuando se establece una comparación entre las atribuciones del éxito y las del fracaso. Así, se observa una asimetría en las atribuciones en función del resultado logrado en la acción: las personas tienden a atribuir sus éxitos a factores internos, tales como la capacidad o el esfuerzo, mientras que sus fracasos los explican por elementos externos, tales como la mala suerte o la casualidad. Miller y Ros (1975)<ref>Miller, D. T. & Ross, M. (1975). Self-serving biases in the attribution of causality: Fact or fiction? Psychological Bulletin, 82(2), 213-225. https://doi.org/10.1037/h0076486. Puedes descargarte una copia pdf del artículo aquí: [[Archivo:Self-servingBiasesInTheAttributionOfCausalityFactOrFiction Miller-Ross-1975.pdf]]</ref> aclaran conceptualmente este fenómeno hablando de sesgos autoensalzadores, cuando se asumen los éxitos, y sesgos autoprotectores, cuando se niega la responsabilidad por un fallo. La atribución del éxito aumenta la autoestima personal, mientras que la negación de un fracaso atribuyéndolo a factores externos protege la autoestima reduciendo la sensación de estrés y malestar. Un ejemplo muy común en el ámbito educativo es la atribución de un aprobado al esfuerzo o la capacidad, y la de un suspenso a la mala suerte con las preguntas del examen, a lo rebuscado de éstas o a la falta de habilidad del profesor («he aprobado», «me han suspendido»). O, como sucede en el trabajo de Johnson, Feigenbaum y Weiby (1964, ver Fosterling, 2001<ref>Försterling, F. (2001). Attribution: An Introduction to Theories, Research, and Applications. Psychology Press. Es posible echar un vistazo al libro aquí: https://goo.gl/qPgS8u</ref>)<ref>Johnson, T. J., Feigenbaum, R., & Weiby, M. (1964). Some determinants and consequences of the teacher’s perception of causation. Journal of Educational Psychology, 55(5), 237-246. https://doi.org/10.1037/h0043389</ref>, en el que los profesores explicaban los resultados académicos de sus alumnos por sus métodos didácticos más cuando estos progresaban en el estudio que cuando no lo hacían, apelando entonces a las características de los estudiantes.<br/>Sin embargo, los sesgos favorecedores del yo no sólo se han intentado explicar como un fenómeno puramente motivacional. Desde el modelo de covariación [propuesto por la teoría de atribución de Kelley] es posible entender que la explicación esté en el procesamiento de la información y, por tanto, que se trate de un proceso cognitivo. En este sentido se considera la posibilidad de que la persona pueda percibir la covariación entre su comportamiento y el éxito, pero no entre su comportamiento y el fracaso. Fosterling (2001) lo explica siguiendo el ejemplo del trabajo de Johnson et al. (1964): el profesor que pone en práctica las estrategias de enseñanza para que sus alumnos mejoren puede percibir cómo los éxitos de sus alumnos covarían con su esfuerzo docente. Sin embargo, el profesor no desarrolla ninguna estrategia relacionada con el fracaso, de manera que haría autoatribuciones internas del éxito y autoatribuciones externas del fracaso, ya que es lo que percibe. No ocurriría lo mismo si los resultados del maestro los tuviera que explicar un observador. Este no podría observar la covariación entre el rendimiento del alumno y la estrategia del profesor, porque no tiene la conciencia del profesor en cuanto al cambio de estrategia. Ross y Fletcher (1985)<ref>Ross, M. & Fletcher, G. J. O. (1985). Attribution and Social Perception. En G. Lindzey & E. Aronson, The Handbook of Social Psychology (2.ª ed., Vol. 3, pp. 73-122). MA: Addison-Wesley</ref> consideran que tanto los procesos motivacionales como los cognitivos constituyen la base de estos sesgos. Como señalan estos autores, las «personas racionales y racionalizadoras, algunas veces explican y otras justifican» (p. 105). También se ha planteado la posibilidad de que tendamos a implicarnos en las actividades en las que tenemos posibilidades de éxito porque poseemos las capacidades necesarias para realizarlas adecuadamdente. De esta manera, lo esperable es que nos atribuyamos el éxito, aludiendo a aspectos internos, como la capacidad y, en cambio, pensemos en la mala suerte o la casualidad si fracasamos en el mismo terreno.<br/>Un aspecto interesante es la forma en la que los sesgos favorecedores del yo tienen consecuencias para la adaptación de las personas. En general, parece que las atribuciones autoensalzadoras tienen efectos positivos. Sin embargo, en contextos educativos y laborales, se ha observado que este sesgo se asocia con baja autoestima y sensación de malestar, al aumentar la falta de implicación con el contexto académico o de trabajo. En este sentido, no predice mayores niveles de logro, de manera que es posible que el efecto positivo de las atribuciones de autoensalzamiento se produzca a corto plazo, pero no a largo plazo (Robins y Beer, 2001)<ref>Robins, R. W. & Beer, J. S. (2001). Positive illusions about the self: short-term benefits and long-term costs. Journal of Personality and Social Psychology, 80(2), 340-352. Puedes descargar el artículo en pdf aquí: [[Archivo:PositiveIllusionsAboutTheSelf Robins-Beer 2001.pdf]]</ref>.»<ref>En capítulo «Procesos de atribución», Encarnación Nouvilas Pallejà, en «[[Introducción a la psicología social]]», 1ª Edición, Sanz y Torres, Madrid, 2009, pág. 144</ref>.
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* Respecto a los sesgos favorecedores del yo desde el punto de vista de las atribuciones, Nouvilas Pallejà expone: «La influencia de la motivación en los procesos de atribución es llamativa cuando se establece una comparación entre las atribuciones del éxito y las del fracaso. Así, se observa una asimetría en las atribuciones en función del resultado logrado en la acción: las personas tienden a atribuir sus éxitos a factores internos, tales como la capacidad o el esfuerzo, mientras que sus fracasos los explican por elementos externos, tales como la mala suerte o la casualidad. Miller y Ros (1975)<ref>Miller, D. T. & Ross, M. (1975). Self-serving biases in the attribution of causality: Fact or fiction? Psychological Bulletin, 82(2), 213-225. https://doi.org/10.1037/h0076486. Puedes descargarte una copia pdf del artículo aquí: [[Archivo:Self-servingBiasesInTheAttributionOfCausalityFactOrFiction Miller-Ross-1975.pdf]]</ref> aclaran conceptualmente este fenómeno hablando de sesgos autoensalzadores, cuando se asumen los éxitos, y sesgos autoprotectores, cuando se niega la responsabilidad por un fallo. La atribución del éxito aumenta la autoestima personal, mientras que la negación de un fracaso atribuyéndolo a factores externos protege la autoestima reduciendo la sensación de estrés y malestar. Un ejemplo muy común en el ámbito educativo es la atribución de un aprobado al esfuerzo o la capacidad, y la de un suspenso a la mala suerte con las preguntas del examen, a lo rebuscado de éstas o a la falta de habilidad del profesor («he aprobado», «me han suspendido»). O, como sucede en el trabajo de Johnson, Feigenbaum y Weiby (1964, ver Fosterling, 2001<ref>Försterling, F. (2001). Attribution: An Introduction to Theories, Research, and Applications. Psychology Press. Es posible echar un vistazo al libro aquí: https://goo.gl/qPgS8u</ref>)<ref>Johnson, T. J., Feigenbaum, R., & Weiby, M. (1964). Some determinants and consequences of the teacher’s perception of causation. Journal of Educational Psychology, 55(5), 237-246. https://doi.org/10.1037/h0043389</ref>, en el que los profesores explicaban los resultados académicos de sus alumnos por sus métodos didácticos más cuando estos progresaban en el estudio que cuando no lo hacían, apelando entonces a las características de los estudiantes.<br/>Sin embargo, los sesgos favorecedores del yo no sólo se han intentado explicar como un fenómeno puramente motivacional. Desde el modelo de covariación [propuesto por la teoría de atribución de Kelley] es posible entender que la explicación esté en el procesamiento de la información y, por tanto, que se trate de un proceso cognitivo. En este sentido se considera la posibilidad de que la persona pueda percibir la covariación entre su comportamiento y el éxito, pero no entre su comportamiento y el fracaso. Fosterling (2001) lo explica siguiendo el ejemplo del trabajo de Johnson et al. (1964): el profesor que pone en práctica las estrategias de enseñanza para que sus alumnos mejoren puede percibir cómo los éxitos de sus alumnos covarían con su esfuerzo docente. Sin embargo, el profesor no desarrolla ninguna estrategia relacionada con el fracaso, de manera que haría autoatribuciones internas del éxito y autoatribuciones externas del fracaso, ya que es lo que percibe. No ocurriría lo mismo si los resultados del maestro los tuviera que explicar un observador. Este no podría observar la covariación entre el rendimiento del alumno y la estrategia del profesor, porque no tiene la conciencia del profesor en cuanto al cambio de estrategia. Ross y Fletcher (1985)<ref>Ross, M. & Fletcher, G. J. O. (1985). Attribution and Social Perception. En G. Lindzey & E. Aronson, The Handbook of Social Psychology (2.ª ed., Vol. 3, pp. 73-122). MA: Addison-Wesley</ref> consideran que tanto los procesos motivacionales como los cognitivos constituyen la base de estos sesgos. Como señalan estos autores, las «personas racionales y racionalizadoras, algunas veces explican y otras justifican» (p. 105). También se ha planteado la posibilidad de que tendamos a implicarnos en las actividades en las que tenemos posibilidades de éxito porque poseemos las capacidades necesarias para realizarlas adecuadamdente. De esta manera, lo esperable es que nos atribuyamos el éxito, aludiendo a aspectos internos, como la capacidad y, en cambio, pensemos en la mala suerte o la casualidad si fracasamos en el mismo terreno.<br/>Un aspecto interesante es la forma en la que los sesgos favorecedores del yo tienen consecuencias para la adaptación de las personas. En general, parece que las atribuciones autoensalzadoras tienen efectos positivos. Sin embargo, en contextos educativos y laborales, se ha observado que este sesgo se asocia con baja autoestima y sensación de malestar, al aumentar la falta de implicación con el contexto académico o de trabajo. En este sentido, no predice mayores niveles de logro, de manera que es posible que el efecto positivo de las atribuciones de autoensalzamiento se produzca a corto plazo, pero no a largo plazo (Robins y Beer, 2001)<ref>Robins, R. W. & Beer, J. S. (2001). Positive illusions about the self: short-term benefits and long-term costs. Journal of Personality and Social Psychology, 80(2), 340-352. Puedes descargar el artículo en pdf aquí: [[Archivo:PositiveIllusionsAboutTheSelf Robins-Beer 2001.pdf]]</ref>.»<ref>Encarnación Nouvilas Pallejà en capítulo «Procesos de atribución», en «[[Introducción a la psicología social]]», 1ª Edición, Sanz y Torres, Madrid, 2009, pág. 144</ref>.
  
 
== Notas ==
 
== Notas ==

Revisión del 18:36 23 dic 2016

Referencias encontradas en la bibliografía

  • Respecto a los sesgos favorecedores del yo desde el punto de vista de las atribuciones, Nouvilas Pallejà expone: «La influencia de la motivación en los procesos de atribución es llamativa cuando se establece una comparación entre las atribuciones del éxito y las del fracaso. Así, se observa una asimetría en las atribuciones en función del resultado logrado en la acción: las personas tienden a atribuir sus éxitos a factores internos, tales como la capacidad o el esfuerzo, mientras que sus fracasos los explican por elementos externos, tales como la mala suerte o la casualidad. Miller y Ros (1975)[1] aclaran conceptualmente este fenómeno hablando de sesgos autoensalzadores, cuando se asumen los éxitos, y sesgos autoprotectores, cuando se niega la responsabilidad por un fallo. La atribución del éxito aumenta la autoestima personal, mientras que la negación de un fracaso atribuyéndolo a factores externos protege la autoestima reduciendo la sensación de estrés y malestar. Un ejemplo muy común en el ámbito educativo es la atribución de un aprobado al esfuerzo o la capacidad, y la de un suspenso a la mala suerte con las preguntas del examen, a lo rebuscado de éstas o a la falta de habilidad del profesor («he aprobado», «me han suspendido»). O, como sucede en el trabajo de Johnson, Feigenbaum y Weiby (1964, ver Fosterling, 2001[2])[3], en el que los profesores explicaban los resultados académicos de sus alumnos por sus métodos didácticos más cuando estos progresaban en el estudio que cuando no lo hacían, apelando entonces a las características de los estudiantes.
    Sin embargo, los sesgos favorecedores del yo no sólo se han intentado explicar como un fenómeno puramente motivacional. Desde el modelo de covariación [propuesto por la teoría de atribución de Kelley] es posible entender que la explicación esté en el procesamiento de la información y, por tanto, que se trate de un proceso cognitivo. En este sentido se considera la posibilidad de que la persona pueda percibir la covariación entre su comportamiento y el éxito, pero no entre su comportamiento y el fracaso. Fosterling (2001) lo explica siguiendo el ejemplo del trabajo de Johnson et al. (1964): el profesor que pone en práctica las estrategias de enseñanza para que sus alumnos mejoren puede percibir cómo los éxitos de sus alumnos covarían con su esfuerzo docente. Sin embargo, el profesor no desarrolla ninguna estrategia relacionada con el fracaso, de manera que haría autoatribuciones internas del éxito y autoatribuciones externas del fracaso, ya que es lo que percibe. No ocurriría lo mismo si los resultados del maestro los tuviera que explicar un observador. Este no podría observar la covariación entre el rendimiento del alumno y la estrategia del profesor, porque no tiene la conciencia del profesor en cuanto al cambio de estrategia. Ross y Fletcher (1985)[4] consideran que tanto los procesos motivacionales como los cognitivos constituyen la base de estos sesgos. Como señalan estos autores, las «personas racionales y racionalizadoras, algunas veces explican y otras justifican» (p. 105). También se ha planteado la posibilidad de que tendamos a implicarnos en las actividades en las que tenemos posibilidades de éxito porque poseemos las capacidades necesarias para realizarlas adecuadamdente. De esta manera, lo esperable es que nos atribuyamos el éxito, aludiendo a aspectos internos, como la capacidad y, en cambio, pensemos en la mala suerte o la casualidad si fracasamos en el mismo terreno.
    Un aspecto interesante es la forma en la que los sesgos favorecedores del yo tienen consecuencias para la adaptación de las personas. En general, parece que las atribuciones autoensalzadoras tienen efectos positivos. Sin embargo, en contextos educativos y laborales, se ha observado que este sesgo se asocia con baja autoestima y sensación de malestar, al aumentar la falta de implicación con el contexto académico o de trabajo. En este sentido, no predice mayores niveles de logro, de manera que es posible que el efecto positivo de las atribuciones de autoensalzamiento se produzca a corto plazo, pero no a largo plazo (Robins y Beer, 2001)[5][6].

Notas

  1. Miller, D. T. & Ross, M. (1975). Self-serving biases in the attribution of causality: Fact or fiction? Psychological Bulletin, 82(2), 213-225. https://doi.org/10.1037/h0076486. Puedes descargarte una copia pdf del artículo aquí: Archivo:Self-servingBiasesInTheAttributionOfCausalityFactOrFiction Miller-Ross-1975.pdf
  2. Försterling, F. (2001). Attribution: An Introduction to Theories, Research, and Applications. Psychology Press. Es posible echar un vistazo al libro aquí: https://goo.gl/qPgS8u
  3. Johnson, T. J., Feigenbaum, R., & Weiby, M. (1964). Some determinants and consequences of the teacher’s perception of causation. Journal of Educational Psychology, 55(5), 237-246. https://doi.org/10.1037/h0043389
  4. Ross, M. & Fletcher, G. J. O. (1985). Attribution and Social Perception. En G. Lindzey & E. Aronson, The Handbook of Social Psychology (2.ª ed., Vol. 3, pp. 73-122). MA: Addison-Wesley
  5. Robins, R. W. & Beer, J. S. (2001). Positive illusions about the self: short-term benefits and long-term costs. Journal of Personality and Social Psychology, 80(2), 340-352. Puedes descargar el artículo en pdf aquí: Archivo:PositiveIllusionsAboutTheSelf Robins-Beer 2001.pdf
  6. Encarnación Nouvilas Pallejà en capítulo «Procesos de atribución», en «Introducción a la psicología social», 1ª Edición, Sanz y Torres, Madrid, 2009, pág. 144

Fuentes de información complementaria







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